Estimados empresarios y amigos,
Recién estrenamos el año y los empresarios de este país ya hemos sufrido un nuevo desafío por parte del Gobierno, que viene a dificultar aún más si cabe la labor de los verdaderos generadores de empleo y riqueza de España.
A mediados del mes de enero nos vimos sorprendidos con la decisión unilateral tomada por el Ejecutivo de subir un 5% el Salario Mínimo Interprofesional. Un atropello, qué os voy a decir. Primero, por la ausencia de diálogo y falta de consenso, segundo, por la negativa a indexar esa subida a los contratos públicos que se encuentran actualmente en ejecución.
La Administración ha incrementado el coste derivado del SMI para las empresas contratistas con el sector público en torno a un 50% desde 2018 sin revisar el precio de dichos contratos. En empresas de servicios como las nuestras, donde la mano de obra supone el 90% de nuestros gastos estructurales, es llevarnos directamente al precipicio.
Esto se traduce en que muchas de ellas se han visto atrapadas en contratos plurianuales de prestación de servicios, de los que no pueden salir hasta que se cumpla su vigencia.
Ese contexto ha provocado que muchas empresas de servicios que trabajan para las administraciones públicas lo hagan con exiguos márgenes o, incluso, trabajando a pérdidas, tratándose de una situación insostenible denunciada desde hace varios años por las dos grandes patronales de empresas de limpieza en España, AFELÍN y ASPEL.
La patronal AFELÍN a la que pertenece AELMA, lleva años reclamando al Gobierno que reforme la Ley de Desindexación de la Economía, para que las empresas contratistas con las administraciones públicas puedan repercutirse, en los contratos en ejecución, las constantes subidas de costes que se han venido produciendo durante los últimos años.
Puede que el problema sea nuestro ahora, pero les auguro que en breve será también del Gobierno y de los ciudadanos, que sufrirán las consecuencias de que contratos públicos queden desiertos porque no habrá empresa que quieran licitar por ellos, con la consecuente pérdida de calidad de los servicios públicos y de la desmantelación del Estado del bienestar.
Es la primera gran estocada del año, pero vendrán más si no hacemos nada para parar este constante atropello.
Un afectuoso saludo.